Iván M. Prado Rodríguez

Plantar a raíz desnuda

Apenas queda algo más de un mes para que acabe el invierno, pero todavía es posible plantar árboles y arbustos a raíz desnuda. Éstos suelen ser más económicos que los que vienen en contenedor, y si tenemos en cuenta que el clima todavía está a nuestro favor, la ocasión no debe desaprovecharse.

Este año el invierno nos ha traído días muy lluviosos y fríos, que a pesar de no ser los mejores para motivar el trabajo en el jardín, son los más propicios para asegurar una buena plantación a raíz desnuda. El frío facilita que la mayoría de las plantas todavía se encuentren en su descanso vegetativo, y esto permitiría que pudiéramos tomarnos algo más de tiempo para planear y elegir los lugares donde queremos realizar las plantaciones.

Cuando hablamos de plantas a raíz desnuda nos referimos a árboles y arbustos jóvenes y de hoja caduca que se suministran sin que sus raíces estén contenidas en tierra. Esto, que a priori puede causar algo de preocupación, en realidad en una excelente práctica que por lo general, si se realiza bien, da muy buenos resultados.

Entre las ventajas de  utilizar  plantas a raíz desnuda destaca su precio, que suele ser económico si lo comparamos con plantas de similar tamaño pero cultivadas en contenedor. Otra aspecto positivo es que vamos a poder disponer de una mayor variedad de árboles y arbustos, en comparación con los que podemos encontrar en contenedor en otras épocas del año. Esto se debe a que los ejemplares a raíz desnuda requieren en el vivero de un espacio menor que los anteriores y a que al no tener que trasplantar la planta a una maceta, el mantenimiento y el peso se reducen. El único inconveniente de este formato de plantas es que para poder plantarlas primero hay que sacarlas de la tierra en la que se encuentran, y para eso la planta tiene que estar en reposo absoluto, sin hojas. De ahí que esta planta sólo esté disponible en invierno.

A la hora de efectuar la plantación, debemos tomar ciertas precauciones para que las plantas puedan adaptarse a su nuevo hábitat de la mejor manera posible. Antes de plantarlas, lo primero que tenemos que hacer es revisar las plantas y sobre todo sus raíces. Si observamos que alguna rama sobresale en tamaño con respecto de la planta la podaremos. Haremos igual con aquellas raíces que estén rotas, secas o estropeadas.

Elegiremos el lugar de plantación teniendo en cuenta las condiciones que necesita nuestra planta para desarrollarse y el espacio que ocupará cuando se convierta en árbol adulto. Una vez que tengamos claro el lugar cavaremos un hoyo más grande que el espacio que ocupan las raíces, para evitar que éstas se doblen y se dañen cuando vayan a ser colocadas en su nueva ubicación.

Ya realizado el hoyo clavaremos un tutor a unos 50 cm de profundidad y a unos 8 cm del centro, al cual fijaremos el árbol, ayudándolo a mantenerse firme y protegiéndolo de la acción del viento hasta que sus raíces se agarren con suficiente fuerza a la tierra.

Rellenaremos el hoyo con la tierra que previamente hemos extraído. Es muy recomendable mezclar esta tierra con un abono orgánico (estiércol bien descompuesto, mantillo, humus de lombriz o turba), ya que de este modo aportaremos nutrientes muy beneficiosos para la planta, favoreciendo un crecimiento sano y fuerte. Cubriremos la planta con la tierra preparada previamente colocándola sobre las raíces, apretándola suavemente con el pie o con la azada. De esta manera evitaremos que queden bolsas de aire entre las raíces y la tierra.

Enterraremos el árbol de forma que quede el cuello del mismo a ras del suelo. El cuello es el punto de unión entre las raíces y el tronco y  es  muy importante que no quede enterrado. En el caso de ser árboles injertados (algo muy común en los árboles frutales), la marca del injerto debe quedar como mínimo a unos 10 cm por encima del suelo.

Realizaremos un círculo alrededor de la planta de unos 40 o 50 cm de ancho y unos tres dedos de profundidad para que el agua de riego o de la lluvia quede contenida en él, permitiéndole a la planta tener más humedad. Finalizaremos la tarea con un aporte de agua.

Observar el clima, en principio parece que este final de invierno traerá agua, por lo menos por ahora, pero en el caso de de inviernos poco lluviosos o primaveras muy secas se aportará agua suficiente, siempre por las mañanas para que no le afecten las bajas temperaturas, a fin de asegurar la supervivencia de la planta.