Iván M. Prado Rodríguez

La resiembra del césped

El otoño es una buena época para realizar una puesta a punto a nuestro césped. El escarificado y la resiembra son las tareas de mantenimiento más habituales de esta época, aunque también se pueden realizar en primavera, pues el aumento de la humedad ambiental y las temperaturas ligeramente cálidas de estas dos épocas propician que estas operaciones se lleven a cabo con éxito.  Además,  aprovechamos el hecho de que en estas épocas no se hace mucho uso del césped lo que también es un factor positivo a tener en cuenta.

La resiembra del césped es una buena forma de mantener las zonas cespitosas del jardín verdes y bonitas todo el año. Realizarla no es complicada, aunque lleva algo de tiempo, y consiste básicamente en esparcir semilla sobre el césped que ya tengamos previamente instalado, o sólo en las calvas que tengamos debido a enfermedades,  por un mal ajuste del sistema de riego u otras causas. El mejor momento para resembrar tiende a variar dependiendo de la climatología de los distintos años, y puede adelantarse o atrasarse bastante dependiendo de las condiciones climáticas del año en curso, pero siempre se han de evitar las heladas y las lluvias torrenciales.

La resiembra no sólo mejorará la apariencia del jardín durante el invierno, sino que también ayudará a las especies cespitosas a  mantener su espacio en detrimento de la malas hierbas que intentarán instalarse en él al inicio de la primavera.

Antes de iniciar la resiembra se aconseja segar bien el césped y dejarlo lo más bajo posible. Esto ayudará a que las semillas que se esparzan por él puedan tomar un mayor contacto con el suelo, lo cual será muy beneficioso para su germinación.

La densidad de semillas a resembrar es algo mayor a la de una siembra inicial, pues al no tener un terreno perfectamente preparado para la siembra, hay un porcentaje de semilla que no llegará a germinar y prosperar en el terreno. A mayores la forma de realizar la resiembra y el uso que posteriormente le demos al césped del jardín también influirá en la densidad de siembra, la cual podrá oscilar entre los cuatro y los seis kilos de semilla por 100 m2 de terreno.

La siembra ha de realizarse de forma que se asegure una distribución de las semillas uniforme sobre las zonas a resembrar. Se recomienda utilizar siempre que se pueda especies cespitosas de rápida instalación como puede ser el Lolium perenne, las cuales ayudarán a repoblar y tupir con facilidad nuestro césped.

Posteriormente se abonará con un fertilizante de alto contenido en fosforo, que es el principal nutriente para el desarrollo de las raíces. Por último y no menos importante, se realizará el aporte de agua. El riego siempre se realizará de manera intensa, mojando toda la superficie resembrada pero evitando los encharcamientos. Es importante seguir regando durante las dos semanas posteriores a la resiembra.

Una vez que empiecen a desarrollar las nuevas plantas de césped, se esperará hasta que estas alcanzan unos diez centímetros para realizar el primer corte. Al inicio, es importante no bajar la altura de corte a más de 1/3 de la altura del nuevo césped.

La resiembra también se realizará después de un escarificado. Con el escarificado eliminamos el musgo, y gran parte de los restos de vegetales entremezclados sobre la superficie de nuestro césped. Con ello además de favorecer su vigor y fuerza, facilitamos la aireación y el drenaje. El aspecto resultante de una superficie escarificada es siempre bastante impactante, de ahí que sea recomendable y muy beneficioso realizar la posterior resiembra del césped. Esto repercutirá en una rápida recuperación, devolviendo la belleza, la calidad y el color a la superficie cespitosa.