Iván M. Prado Rodríguez
Problemas derivados del exceso del agua
El año 2022 se presentó ante nosotros como anormalmente seco y falto de precipitaciones. Afortunadamente, las lluvias de abril y mayo han devuelto algo de normalidad pero, paradójicamente, amenazan ahora con crear en nuestro jardín problemas de encharcamiento. Si vemos que en él se forman charcos que permanecen durante mucho tiempo, podemos prácticamente asegurar que estamos ante un síntoma claro de mal drenaje del suelo. Esto ocurre cuando la cantidad de agua que llega al suelo es mucho mayor que la que se infiltra en él o escurre por su superficie. Las zonas donde la capa freática es alta (por ejemplo, cerca de ríos o estanques), o en las que el suelo está muy compactado suelen ser las más susceptibles a este problema. Un mal drenaje puede llegar a convertirse en un grave problema si no se soluciona a tiempo.
Las raíces de las plantas, obviamente a excepción de las habituales de bordes de pantanos y estanques, no son capaces de sobrevivir en suelos anegados, ya que la falta de oxígeno les impide respirar. La actividad beneficiosa de las bacterias se hace más lenta al no haber oxígeno y los organismos dañinos prosperan. Los suelos encharcados carecen de ciertos nutrientes que se van yendo por lavado, por lo que el suelo se vuelve pobre.
Si no estamos muy seguros de si el drenaje de nuestro jardín es adecuado o no, podemos hacer un hoyo de unos de unos 40-60 cm de profundidad y llenarlo de agua. Si el agua permanece después de varios días en el fondo, el drenaje es escaso; si después de varios días el hoyo está parcialmente lleno, el drenaje es prácticamente nulo.
La solución a un mal drenaje depende de la causa que origina el problema. Cuando el drenaje es poco o insuficiente, lo más seguro es que exista una capa superficial muy compacta, normalmente arcillosa, que hace que el agua circule a través de ella lentamente. Para mejorar este tipo de suelos y obtener una textura permanente con poros mayores y en mayor número, se recomienda realizar grandes aportaciones de materia orgánica a intervalos regulares.
Si la inexistencia de drenaje es debida a una obstrucción, el problema es mucho más serio, ya que significa que tenemos agua bloqueada. Las causas pueden ser varias: una capa endurecida a poca profundidad, roca impermeable bajo la tierra o un afloramiento de agua. En el primer caso una buena solución es crear un sistema de drenaje artificial o elevar el nivel del suelo aportando tierra. Si el problema es una roca impermeable o un afloramiento de agua, lo mejor es elevar el nivel del suelo con tierra de buena calidad. También se podrían instalar sistemas de drenaje artificial como tubos subterráneos, o guiar el agua hacia otros lugares por medio de suaves pendientes. Si nos decantamos por estos métodos, lo mejor es que consultemos con un especialista ya es una tarea difícil de realizar y lleva bastante tiempo.
Otras causas posibles de un mal drenaje suele darse en las zonas de paso donde el suelo se va compactando con el paso del tiempo. Una buena tarea de mantenimiento en estos casos es pinchar este terreno una o dos veces al año. Si la zona es pequeña podemos utilizar una horca, si por el contrario se trata de una gran extensión de terreno existen máquinas sacabocados o rulos de púas creados para facilitar esta tarea.
En zonas de césped, el escarificado anual es una buena forma de asegurar el drenaje, ya que el fieltro que acaba ocupando la cara superficial del suelo lo vuelve impermeable con el tiempo. De esta forma, al eliminar el musgo, retirar los restos de hierba y raíces facilitamos la entrada del agua y del aire en el suelo.
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