Iván M. Prado Rodríguez

No hay nada más práctico y sano que disponer de nuestras propias plantas para condimentar, realzar y embellecer nuestros platos. El uso de este tipo de plantas en la cocina es tan habitual que resulta raro conocer a alguien que le guste un poco la cocina, y  que no cuente con ellas entre sus ingredientes principales. Pero su uso no es de ahora, de hecho se llevan utilizando desde la antigüedad para conservar alimentos, condimentar guisos, aderezar ensaladas, elaborar salsas o adobar la carne.

Entre las plantas más utilizadas en la cocina destacan el perejil, el orégano, el laurel, el romero, la salvia, la menta, la albahaca o el tomillo entre otras muchas. Este tipo de plantas suelen ser aromáticas por lo que su utilización en el jardín no sólo no es útil para abastecernos en la cocina, sino que no que también nos aportan aroma y belleza.

Las plantas culinarias pueden cultivarse en pequeñas cantidades, en macetas y jardineras, por lo que no es necesario tener un jardín o una terraza para cultivarlas. Una buena opción, si tenemos la suerte de contar con una cocina bien iluminada y ventilada, es recurrir a pequeños módulos para plantaciones verticales, y cultivar un pequeño bancal culinario en nuestra propia cocina. La plantación se puede realizar a lo largo de todo el año, aunque el mejor momento es en primavera.

Si disponemos de un lugar en el jardín para su plantación, antes de nada debemos adecuar el terreno. Eliminaremos la maleza en caso de que sea un terreno sin trabajar para labrarlo a continuación. Siempre que sea posible aportaremos una buena capa de material orgánico descompuesto y una vez mezclado, rastrillaremos para nivelar la zona y comenzaremos con la plantación. Ésta es muy sencilla porque este tipo de plantas suele comercializarse en bandejas de alvéolos o en macetas de pequeñas dimensiones: lo que haremos tanto en un caso como en el otro es extraerlas de los recipientes y ubicarlas en los agujeros de plantación, ya distribuidos anteriormente, afirmando la tierra alrededor del cepellón y aportando agua para que la zona quede humedecida. Una labor que no debe olvidarse es la eliminación de las malas hierbas, que se hará de manera manual, evitando siempre el uso de herbicidas.

Otra posibilidad que tenemos es sembrar directamente las semillas de estas plantas. Las semillas son fáciles de conseguir pero ojo, las siembras se efectuarán en la época indicada (la que aparece en el sobre de las semillas).

El cultivo de este tipo de plantas no suele ser muy complicado, aunque hay que tener en cuenta que cada planta tiene exigencias específicas. El abonado tiene que ser muy ligero, y consecuente con la parte de la planta que vamos a utilizar, es decir, si son las hojas, el abono será rico en nitrógeno; si son las flores, en fósforo; y si son los frutos, en potasio. A la hora de efectuar el riego debemos tener cuidado, pues tanto la sequía como el exceso de humedad pueden alterar de manera considerable la presencia de los principios activos.

Conviene podar las plantas en primavera y en verano, para así poder estimular su crecimiento y eliminar las partes que quedaron inactivas durante el invierno. Para recolectar, la mejor época es cuando la planta alcanza su máximo desarrollo. Las hojas han de estar siempre verdes y no presentar daños. Muchas partes de las plantas culinarias se pueden conservar si secan al aire en un lugar cálido y ventilado. Esto permite poder disponer de ellas en cualquier época del año, aunque es importante recordar que sólo mantienen sus propiedades durante un periodo corto de tiempo.

En este momento, estamos en una buena época para iniciar nuestra pequeña plantación de plantas aromáticas, y experimentar en la cocina con condimentos novedosos que nosotros mismos hayamos cultivado. Así que si podéis hacerlo no lo dudéis, recordar que las plantas culinarias constituyen ese toque personal que sólo nosotros sabemos darle a nuestras especialidades. En definitiva, un pequeño placer que podemos llevar del jardín al paladar.