Iván M. Prado Rodríguez

La flor de la Pasión

Sin duda las Passifloras son plantas trepadoras exóticas, divertidas y muy bellas que podemos encontrar con relativa facilidad en el mercado. Su extraña corola, su rapidez de crecimiento, su gran rusticidad y su gran facilidad para enredarse en un sin fin de estructuras, han hecho de estas plantas unas grandes aliadas a la hora de cubrir y esconder elementos poco visuales en el jardín. 

Este género contiene un extenso número de especies, de las cuales algo menos de la mitad aún están sin determinar. Se trata de plantas originarias principalmente de América tropical y subtropical. Su nombre científico Passiflora proviene del latín ‘Flos passionis‘, que significa literalmente: ‘Flor de la Pasión’, en referencia a la Pasión de Cristo, pues parece ser que los primeros religiosos que la vieron identificaron en las flores de dichas plantas diferentes elementos que tienen relación con la Pasión de Cristo.

Las Passifloras son plantas perennifolias o semiperennifolias, trepadoras, de varios metros de longitud que, dependiendo de la especie de que se trate, pueden tener un desarrollo vertical, rastrero o intermedio. El género incluye tanto especies resistentes como especies sensibles a las heladas. En general son plantas de tallo lignificado, del que parten numerosas hojas, trilobuladas y de color verde oscuro, a partir de las cuales se desarrollan zarcillos simples mediante los que consiguen trepar y extenderse por cualquier superficie. Sus llamativas flores estivales son grandes y se caracterizan por presentar una corola muy elaborada que recuerda a la esfera de un reloj. Numerosas especies producen frutos ovoides o redondeados, carnosos y comestibles, que al madurar adquieren un color naranja, amarillo o púrpura. 

Entre las variedades más comercializadas, destacan:

– La Passiflora caerulea, de crecimiento rápido y de hojas perennes. Puede llegar a alcanzar algo más de 10 m de longitud. Es una de las especies más resistentes (-5 ºC). Sus flores son de color blanco o rosado, con bandas azuladas o púrpuras. La variedad ‘Constance Elliot’, produce flores blancas, aromáticas, con filamentos azul pálidos o blancos.

– La Passiflora manicata, de crecimiento rápido y hojas grandes y perennes. Alcanza los 5 m de longitud. Sus bellas flores son rojas o fucsias. No soporta temperaturas inferiores a los 5 ºC.

– La Passiflora edulis, comúnmente conocida como Maracuyá presenta flores muy aromáticas, de pétalos blancos y filamentos en color púrpura violeta. Los frutos, ovoides y de color púrpura violeta, son perfumados y comestibles. Necesita de temperaturas suaves, y no soporta las heladas.

Las Passifloras son plantas perfectas para muros, enrejados o cualquier otra superficie vertical que queramos cubrir o esconder con rapidez. Sus pequeños zarcillos nos ayudarán mucho en esta tareas, aunque tendremos que tener cuidado de guiar sus ramas porque si no ellas solas pueden llegar a constituir una gran masa enmarañada en la que las flores no lucirán como es debido.

La Flor de la Pasión no es una planta exclusiva del jardín ya que también se puede cultivar en contenedor. De hecho esta es una buena forma de tener las especies más sensibles al frío. Aunque habrá que recordar en general necesitan mucha luz y poca calefacción. En invierno conviene alejarlas de las fuentes de calor.

Las Passifloras prefieren exposiciones a pleno sol, aunque se adaptan bien a la sombra parcial. En general son plantas que necesitan suelos fértiles, profundos y bien drenados. Para su correcto desarrollo han de regarse abundantemente durante la época de crecimiento y de forma más moderada durante el resto del año. Si la tenemos en una maceta o jardinera, los riegos deberán ser más frecuentes.

En cuanto a sus cuidados, no es una planta muy exigente, debiéndola podar para darle una correcta formación y saneamiento. La poda la realizaremos después de la floración.

No es una planta muy propensa a plagas, aunque entre sus enemigos podemos encontrarnos al pulgón pero los daños que ocasiona no suelen muy importantes por lo que con una buena vigilancia y la aplicación de algún producto insecticida adecuado será más que suficiente. Su multiplicación se realiza por esquejes en verano o bien con semillas en otoño.