Iván M. Prado Rodríguez

La abelia

En el mes de julio son muchas las plantas que empiezan a llenarse de flores y aromas. Este es el caso de las abelias, un genero compuesto por un gran número de especies arbustivas, tanto caducifolias como perennes o semiperennes, provenientes del Este de Asia y México y que fueron introducidas en Europa a mediados del siglo XIX por el diplomático Clark Abel, de quien reciben su nombre. Las abelias han sido desde entonces muy utilizadas en jardinería por su rapidez de crecimiento, su rusticidad y su abundante floración estival.

Se trata de una planta de porte redondeado y estructura muy ramificada que puede llegar a alcanzar una altura de casi dos metros. Sus hojas, pequeñas y ovaladas, presentan una cara superior brillante que adquiere una coloración bronceada con la llegada del invierno. Las ramas, arqueadas, se dividen en otras menores y más numerosas en cuyos extremos nacen, desde finales de primavera hasta la llegada del frío, pequeñas flores con forma de trompeta. Las flores presentan colores que van desde el blanco al lila, muchas de ellas con una dulce y agradable fragancia.

Las diferentes especies de abelia que nos encontramos en el mercado varían desde algunas moderadamente resistentes a las heladas hasta otras que no la toleran demasiado. Las especies más resistentes pueden considerarse plantas de gran dureza, que no exigen demasiados cuidados.

Las abelias soportan situaciones de media sombra o sombra ligera, pero en general se encuentran mejor en exposiciones soleadas, algo que se manifiesta en una floración profusa. Es preferible escoger una ubicación en una zona protegida del jardín, por ejemplo al pie de un muro o pared, y con orientación Sur u Oeste. En cuanto al terreno, precisan de suelos bien drenados pero con suficiente humedad en verano, en los que no les viene mal un ligero aporte de materia orgánica. Estos aportes sobre la zona de la raíz en primavera y otoño, son agradecidos por las plantas, que a cambio suelen desarrollar un crecimiento vigoroso y una elevada producción de flores durante el verano.

La propagación más habitual de esta planta es mediante esquejes de brotes en primavera, o mediante esquejes de leño duro a mediados o finales de verano. En cuanto a las podas, la abelia es una planta capaz de soportar hasta las más intensas, por lo que resulta muy utilizada para la creación de setos bajos informales. Las flores se forman en los brotes del mismo año, por lo que una poda intensa en primavera, que elimine hasta un tercio de las ramas más antiguas es una buena forma de rejuvenecer una planta que haya perdido parte de su esplendor.

Entre las distintas especies que podemos encontrarnos en el mercado, destacan:

Abelia chinensis: Constituye una de las especies más duras. La Abelia chinensis forma una mata muy densa y esparcida. Florece con una continua sucesión de pequeñas flores blancas a lo largo del verano.

Abelia floribunda: Esta especie destaca por poseer las flores más grandes y de color más vivo entre todas las especies del género Abelia. Las flores, de unos 5 cm. de tamaño,  suelen presentarse en grupos de brillante color carmín. Planta poco resistente a la helada, en zonas frías se suele cultivar en lugares protegidos, como por ejemplo a lado de un muro o una cerca.

Abelia x Grandiflora: Esta especie híbrida es una de las más fáciles de encontrar en el mercado. Puede alcanzar los 2,40 m de ancho. Prefiere los climas cálidos, con temperaturas frías se comporta como semiperenne. El cultivar ‘Kaleidoscope’ presenta hojas con tonalidades verdes y amarillas que se vuelven anaranjados o rojizos con la llegada de los primeros fríos. El cultivar ‘Variegata’ destaca por sus hojas verdes, con intensas tonalidades blancas.