Iván M. Prado Rodríguez

Enfermedades del manzano.

Un manzano sano no sólo tiene una apariencia agradable y una bella floración, sino que es fundamental para obtener una manzana de calidad, así como una buena sidra en el caso que nuestros manzanos fueras variedades adecuadas para su elaboración. A mayores, un estado saludable siempre ayudará a nuestros manzanos a mejorar su resistencia para sobrevivir  trastornos inusuales, por lo que una buena práctica en árboles susceptibles a padecer enfermedades y plagas son las labores y tratamientos de prevención. Entre  estas labores destacan tanto la adecuada fertilización como la poda, que siempre se deberá realizar con herramientas limpias y desinfectadas. Con esta última ayudaremos a promover la buena circulación del aire y evitar la concentración de humedad en las ramas. A mayores, siempre que tengamos la certeza de que nuestros manzanos padezcan alguna enfermedad, debemos eliminar toda la fruta dañada, tanto si está en el árbol como si ya ha caído, así como los restos de hojas y podas realizadas. Los tratamientos preventivos con aceites, así como los tratamientos con cobre  suelen ser bastante efectivos contra muchas enfermedades, aunque cuando la enfermedad ya está presente lo mejor será tratarla con productos específicos.

Los hongos son unas de las enfermedades más habituales. Su proliferación se debe en generalmente a temperaturas elevadas y a una excesiva humedad. La posibilidad de infección de diversos tipos de hongos en los manzanos es bastante probable de una temporada a otra. Es por esta razón que hoy hablaremos de los más comunes y que mayores daños provocan en la planta y en el fruto. Entre las principales enfermedades destacan:

Oidio (Podosphaera leucotricha.): Los síntomas más típicos aparecen en las hojas y en las ramas donde se ven unas pequeñas manchas, grisáceas o blanquecinas, que posteriormente se cubren de una pequeña lámina. En ese estado se detiene el desarrollo de las hojas, que se encrespan, abarquillan y enrollan, adquiriendo un color amarillo grisáceo. Los brotes florales ven dificultada su apertura, y en los ya abiertos la flor termina por marchitarse. En los casos graves, los frutos también son atacados y se puede llegar a detener el crecimiento de las partes afectadas, lo que da lugar a la producción de rajaduras por la continuación del desarrollo normal de las zonas no afectadas.

Control: Las podas y los tratamientos preventivos con cobre suelen dar buenos resultados. Cuando la enfermedad se hace patente, lo mejor es tratar con fungicidas adecuados.

Roña o moteado (Venturia inaequalis): Los daños de esta enfermedad son visibles en flores, ramas, hojas y frutos. Los síntomas se caracterizan por la presencia de manchas circulares y costras de color marrón que producen su caída. A su vez los frutos desarrollan unas costras marrones que les impiden desarrollarse, los deforma y agrieta.  

Control: Para evitar esta enfermedad es conveniente que el centro de los árboles este bien aireado, lo que se consigue con una poda adecuada. En caso de infección se deben desechar los frutos afectados, cortar y quemar las partes afectadas y tratar con un fungicida adecuado.

Monilia (Monilla fructigena): Se trata de una enfermedad clásica en los árboles frutales cuyo efecto principal es la producción de podredumbres. La infección de las flores ocurre en primavera y se extiende a continuación a las ramas, donde se difunde si los mecanismos de defensa del árbol se lo permiten. En los frutos aparecen unas manchas blandas de color marrón sobre las que se disponen masas de color blanco sucio que corresponden a las fructificaciones del hongo. Las manzanas se pudren, se arrugan, se «momifican», de lo que  deriva el nombre de la enfermedad, y pueden permanecer así en el árbol durante el invierno.

Control: Como medida preventiva se recomienda la poda de las ramas parasitadas y la recogida y destrucción de los frutos afectados, ya que serán la fuente de contagio y dispersión de gérmenes en la siguiente primavera. La lucha química para controlar el moteado, suele ser suficiente, a su vez para controlar la monilia.

La presencia  de estos hongos y otras enfermedades se hace apreciable en zonas en donde el árbol pierde su habitual armonía. La prevención y su control consistirá en una poda adecuada y tratamientos preventivos, pero cuando ya estén presentes, la erradicación deberá realizarse con el uso de fungicidas específicos para cada caso.