Iván M. Prado Rodríguez

Los cactus

Los cactus son sin duda un grupo de plantas que rara vez nos deja indiferentes. De hecho, seguramente a cualquier persona que le preguntemos podría describirnos un cactus. Pero ojo, este grupo de plantas es muy diverso y muchos carecen de sus temidas espinas, por lo que si no somos unos grandes aficionados a ellos, habrá muchas especies que nos sorprenderán.

Conviene recordar que los climas más duros del mundo han impuesto presiones evolutivas sobre las plantas que viven en ellos. Esto ha dado como resultado un grupo de plantas de una agradable extrañeza y multitud de formas. La diversidad de géneros, especies y variedades pertenecientes a la familia Cactaceae es tan compleja como la confusión que existe sobre su clasificación.

Como muchos sabéis existen cactus que se caracterizan por crecer en la aridez del desierto. Allí, la gran sequedad del suelo y los cambios bruscos de temperatura entre el día y la noche los han obligado a tomar medidas para aprovechar al máximo y no desperdiciar una mínima gota de agua. Es por esta razón que a menudo presentan tallos gruesos con forma cilíndrica, esférica o aplanada, apenas ramificados. Este tipo de cactus es capaz de almacenar grandes cantidades de agua en su tallo, que se va desinflando durante los períodos de sequía y se vuelve a ensanchar cuando caen las lluvias ocasionales. Los brotes tiernos poseen hojas pequeñas que con el tiempo suelen quedar reducidas a escamas. La mayoría de las especies desérticas presentan espinas cortas y rígidas, que pueden ser en su origen hojas modificadas o bien pelos transformados, y que cumplen el papel de evitar la transpiración y por tanto la pérdida de agua, además de ofrecer protección contra los depredadores. Las chumberas (Opuntia), el asiento de suegra (Echinocactus grusonii), o el Cereus, son los más conocidos representantes de este grupo.

Otro grupo de cactus son los que viven en las selvas tropicales del centro y sur de América, que carecen de espinas y no suelen crecer erguidos sino que tienden a tumbarse por su propio peso. Estos cactus son, en su mayoría, epifitos (viven sobre otras plantas), por lo general están constituidos por grandes segmentos  cilíndricos o aplastados de tallos carnosos y son grandes productores de flores muy fragantes. Entre ellos se localizan los géneros Schlumbergea, Zigocactus o la especie Selenicereus grandiflorus, entre otros.

Existen cactus para cualquier gusto, la oferta es muy variada en cuanto a formas, colores y tamaños se refiere. Podemos encontrar cactus de tamaño similar a un gran árbol y cactus que apenas superan los 5 centímetros de altura, unos con formas casi esféricas, otros totalmente columnares y sin ramificaciones y otros totalmente ramificados.

En cualquiera de los casos, sea cual sea el cactus que elijamos, la resistencia de la planta está casi garantizada, incluso por muy escasos que sean los cuidados que le prodiguemos. Aunque nunca hemos de olvidar que las especies de zonas desérticas deben recibir sol y calor en verano. Por el contrario, en invierno, la temperatura y el riego han de reducirse ya que entran en un periodo de letargo fundamental para su desarrollo posterior. Por su parte, los cactus tropicales no toleran la radiación solar intensa y no tienen periodo de letargo en invierno, por lo que debemos continuar aportándoles agua, luz y calor de manera abundante.

La mayoría de los cactus se cultivan bien en maceta y se pueden combinar entre si o con plantas suculentas para crear formaciones muy decorativas en patios y terrazas exteriores durante los meses cálidos. En zonas con heladas, las macetas deben situarse en una zona protegida durante el invierno. Muchos cactus constituyen magníficos ejemplares cuando se cultivan de forma aislada.

Un aspecto a tener en cuenta es que las espinas de los cactus pueden causar heridas, por lo que habremos de situar a este tipo de cactus lejos del alcance de los niños y de los animales.