Iván M. Prado Rodríguez.

La poda

Los árboles y arbustos contribuyen a dar forma y personalidad a nuestro jardín. Sin embargo, su tendencia a desarrollar un porte de grandes proporciones hace recomendable la realización de podas. Estas no sólo controlan su tamaño sino que ayudan a mantener la salud, regulan su aspecto, e incluso en algunas especies mejora sus cualidades ornamentales.

Es fundamental realizar podas de formación en los arboles jóvenes correctamente, ya que de esta forma nos aseguraremos de que desarrollarán una estructura de ramas proporcionada y bien espaciada. Una vez constituido el porte principal, las podas siguientes serán sólo de mantenimiento.

A diferencia de lo que sucede con las plantas de menor tamaño, que admiten la realización de podas durante todo el año (poda en verde), los setos, árboles y arbustos requieren de su realización en períodos del año muy determinados. En el caso de los primeros, existen dos épocas recomendadas: la primera antes del comienzo de la primavera, y la segunda a mediados del verano (a finales si se trata de un seto perenne). Para los árboles, si son caducifolios es preferible esperar hasta finales del otoño o invierno, época en la que están inactivos. Debemos en todo caso evitar podarlos a finales de invierno o principio de primavera, pues en esta época muchos árboles rezuman savia si se los corta. Los árboles perennes apenas requieren podas, a excepción de la eliminación de ramas enfermas o muertas a finales de verano.

Para la poda de setos existen herramientas específicas, como cizallas o cortasetos mecánicos. Sea cual sea la herramienta utilizada, para asegurar una línea de corte uniforme resulta muy útil utilizar como referencia un cordel atado firmemente en dos puntos de apoyo, de este modo evitaremos las irregularidades típicas que resultarían de tratar de mantener la línea de corte a ojo.

El caso de árboles y arbustos es algo más complejo. La selección de las ramas que deben ser eliminadas sigue por lo general una jerarquía bien establecida: en primer lugar se eliminan las ramas muertas, dañadas o afectadas por plagas y enfermedades; a continuación las que estén entrecruzadas u obstaculicen zonas de paso; finalmente se puede eliminar alguna rama adicional con el fin de equilibrar la forma de la copa.

El corte debe ser limpio, realizado con herramientas bien afiladas y correctamente desinfectadas cada vez que cambiemos de un ejemplar a otro, especialmente si sospechamos que alguno de ellos está afectado por alguna enfermedad.

Cuando la rama es delgada, la mejor herramienta que podemos utilizar son las tijeras de podar de una sola mano. Cuando el grosor hace difícil la utilización de éstas, se puede recurrir a las tijeras de dos manos o a las sierras de poda. En el caso de ramas gruesas y de mucho peso es inexcusable el uso de la sierra, y además se debe seguir una secuencia de cortes para evitar el desgarro del tronco: se comienza con una pequeña incisión en la parte inferior, para a continuación, terminar el trabajo actuando desde arriba. En estos casos también suele ser útil comenzar cortando un extremo de la rama para reducir el peso que soporta, antes de realizar el corte definitivo.

La mayoría de los cortes cicatrizarán correctamente si los dejamos a la intemperie. Cuando la herida resultante sea de gran tamaño es recomendable utilizar una pasta protectora o cicatrizante que impida la entrada de agentes patógenos.

La realización de cualquier tipo de poda exige, por la utilización de herramientas cortantes, unas mínimas condiciones de seguridad. Entre éstas se incluyen: asegurarse de que no haya nadie en las proximidades, trabajar siempre sobre un apoyo firme y, cuando se tengan que podar ramas situadas a mucha altura, utilizar preferentemente herramientas dotadas de pértiga telescópica. En el caso de que no haya más alternativa que el uso de una escalera, debemos comprobar que ésta se encuentra en una posición estable y apoyar firmemente los dos pies sobre ella, al tiempo que buscamos apoyo con una mano. Es recomendable el uso de guantes para proteger las manos, y el uso de gafas protectoras para evitar la entrada de cualquier cuerpo extraño de los ojos.