Detectar problemas en las plantas de interior

Iván M. Prado Rodríguez

Queda algo menos de un mes para que empiece el invierno, pero la lluvia, el frío y el viento ya se han adueñado de nuestros jardines y terraza. El frío y la humedad no son los mejores compañeros de trabajo, así que os entiendo perfectamente si os da pereza salir en esta época a trabajar en el jardín. Pero estar de brazos cruzados no es nuestro estilo, así que mientras esperamos a que la climatología nos dé una pequeña tregua, desde aquí os proponemos una pequeña guía para identificar los problemas de cultivo más habituales que suelen presentar las plantas de interior. De esta forma, aunque no os apetezca salir al jardín, siempre podéis ayudar a mejorar el cultivo de las plantas que tengáis en casa o en la oficina.

A pesar de lo que la mayoría de la gente piensa, el mal aspecto de nuestras plantas de interior no suele deberse a enfermedades o a manías que las plantas tengan hacia nosotros. A menudo es algo más simple y fácil de arreglar: muchas de las afecciones que presentan nuestras plantas resultan de unas condiciones de cultivo erróneas. Esto da lugar a marchitamientos, manchas en las hojas, caída de hojas y flores, entre otros síntomas apreciables, que nada tienen que ver con los problemas derivados de la presencia de agentes patógenos, sino que son alteraciones fisiológicas de las plantas.

Cualquier signo fuera de lo habitual que aparezca en pocos días y de forma más o menos generalizada en la planta, suele ser un problema fisiológico. Hay que tener en cuenta que una enfermedad o un parasito se localiza primero en un órgano de la planta, y posteriormente se va extendiendo por ella, lo que nos da tiempo a observar el comportamiento de la planta durante unos días antes de decidir cómo y con qué tratarla.

Entre los síntomas más habituales que suelen presentar las plantas de interior, destacan:

– Quemaduras en el follaje: Empiezan con una decoloración, y luego aparecen ennegrecimientos sobre el borde de la hoja o sobre el nervio principal. La zona ennegrecida se vuelve seca y frágil. El resto de la planta tiende a ondularse y deformarse. Las quemaduras suelen ocurrir por una exposición intensa al sol directo, un exceso de abono, o por aportes de agua muy clorada o contaminada. Solución: no exponer las plantas a pleno sol, fertilizar como máximo una vez cada tres riegos, y reducir la concentración de abono.

– Ennegrecimiento del follaje: Puede presentarse con dos sintomatologías distintas. Si la punta de la hojas se seca y se ennegrece, puede deberse a la falta de humedad ambiental, a un golpe de frío, o ser la consecuencia de una quemadura. Si el borde de la hoja presenta zonas oscuras que se ablandan y se marchitan, la planta se mustia y acaba muriendo, seguramente se ha regado en exceso, o el sustrato, mal ventilado y comprimido, ha provocado una asfixia radicular. Solución: Incrementar la humedad, vaporizando el follaje y situando las plantas en platos con gravilla o bolas de arcilla. En caso de ennegrecimiento con ablandamiento, se dejará de regar durante semana y media, y luego se realizará un trasplante en el cual eliminaremos todo el sustrato antiguo. Si se observan raíces blandas o mustias, se cortarán y se aplicará un fungicida. Un buen consejo es trasplantar o cambiar el sustrato de las plantas de interior cada 2 años, de forma que evitemos que se compacten las raíces con los años.

– Caída de la hojas: Las causas pueden ser varias: falta de iluminación, escasa humedad ambiental, aportes de agua escasos o en exceso, o un déficit de nutrientes. Solución: Aumentar la humedad ambiental, regular los riegos, trasplantar y situar la planta en lugar más luminoso.

– Caída de capullos florales y flores: la planta está expuesta a corrientes de aire frío, o el agua de riego está demasiado fría. La planta se encuentra expuesta a una temperatura o demasiado elevada o demasiado fría, o existe una diferencia de temperatura muy brusca entre el día y la noche. La planta recién comprada fue transportada en malas condiciones o tiene falta de agua. Solución: Mantener la temperatura ambiente entre 20 y 15 ºC, y una humedad del aire del 60%. Regular las aportaciones de agua y no vaporizar ni los capullos florales ni las flores. En caso de que haya corrientes de aire, cambiar de sitio la planta.

Estos, entre otros muchos síntomas, son el resultado de problemas fisiológicos habituales en el cultivo de las plantas de interior. Si observamos un pequeño síntoma anormal en alguna planta, antes de empezar con un tratamiento químico, debemos observar la planta, para lo cual la aislaremos en una habitación luminosa y fresca. Posteriormente dosificaremos los aportes de agua y no abonaremos, a fin de descubrir que es lo que le ocurre.